14.4.10

Cae el gobierno de Kirguistán


Fuente: LVO N° 369

El presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, huyó de la capital del país tras dos jornadas de movilizaciones populares y violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que dejaron un saldo de decenas de muertos (algunos medios ya informan que son más de 100).
El levantamiento antigubernamental se inició el 6 de abril en la ciudad de Talas, al norte del país, cuando una manifestación ocupó la sede del gobierno local exigiendo la renuncia del gobierno. El proceso continuó el 7 de abril en la capital, Bishkek, donde se han registrado batallas campales entre miles de manifestantes y la policía y el ejército que protegían el palacio presidencial. Incluso algunos medios, informan que los manifestantes se apropiaron de armas y de algunos vehículos militares. Finalmente las fuerzas de seguridad fueron superadas por los manifestantes que ocuparon el parlamento, los principales edificios gubernamentales y el canal nacional de televisión.
Ante la caída del gobierno, los partidos de la oposición han formado un gobierno provisional, encabezado por Roza Otumbayeva, ex ministra de relaciones exteriores del presidente Bakiyev y parlamentaria del Partido Socialdemócrata de Kirguistán. Aunque en sus primeras declaraciones dijo que el poder están ahora en manos del gobierno del pueblo, la principal preocupación, como señala la red EurasiaNet, es que el llamado gobierno de la confianza nacional enfrenta inmensos desafíos para restaurar el orden en todo el país, y a pesar de haber impuesto el toque de queda, seguían los saqueos y movilizaciones.
Las políticas antipopulares de Bakiyev, la corrupción de su gobierno, su giro bonapartista y la colaboración con Estados Unidos y Rusia, fueron alimentando un gran descontento que estalló con la suba de las tarifas de electricidad y calefacción, cuyo costo se elevó un 170% y un 400% respectivamente. Según EurasiaNet, este aumento implicaba que un trabajador pasaba de gastar el 20 o 30% de su salario al 80% para pagar estos servicios.
Algunos analistas sostienen que el ataque dirigido por Rusia contra el gobierno de Bakiyev como aliado norteamericano, que recrudeció en las últimas dos semanas, fue un elemento de peso en el estallido de la movilización y que ahora Rusia podría beneficiarse con la caída del gobierno.
La crisis política en este país de Asia Central, uno de los más pobres de las ex repúblicas soviéticas donde un 75% de la población es musulmán , puede tener importantes consecuencias regionales, ya que en su territorio está ubicada la base aérea norteamericana de Manas, en las afueras de la capital, que cumple un rol fundamental para el abastecimiento de las tropas de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán.
Bakiyev había asumido el gobierno tras la llamada revolución de los tulipanes en marzo de 2005, un proceso similar a las llamadas revoluciones coloridas que habían ocurrido en Ucrania y Georgia, contra gobiernos aliados de Rusia que culminaron con la instalación de líderes prooccidentales, aliados de Estados Unidos. Durante los primeros años mantuvo la base militar norteamericana a cambio de una importante suma de dinero. Sin embargo, en febrero de 2009, Bakiyev anunció su intención de finalizar el alquiler de la base, aparentemente tras haber recibido ayuda financiera de Rusia. A los pocos meses, Bakiyev dio nuevamente un giro hacia Estados Unidos, después de que el Pentágono le ofreció un aumento significativo del pago mensual (pasó de 17 a 60 millones de dólares, además de pagos en otros conceptos).
La enorme inestabilidad política está poniendo en duda la continuidad operativa de esta base y además disparó una serie de críticas a la política de Obama de negociar y sostener a Bakiyev, cuyo gobierno ya enfrentaba un profundo descontento popular.
La crisis en Kirguistán es la última muestra de las profundas tensiones que atraviesa esta región que ha tomado importancia estratégica para los intereses del imperialismo norteamericano.

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