Este
3 de junio la hinchada de Defensa y Justicia celebra otro “Dia del
hincha”. ¿Qué se conmemora ese día? No es un ascenso, ni un campeonato.
No es la fundación del club ni la fecha en que el Halcón de Varela se
afilió a la AFA. Se conmemora un hecho paradigmático de lo que es ser
hincha de Defensa y Justicia : sufrir hasta el último minuto esperando
un “milagro”. Acá, la historia.
3 de junio de 2006, Florencio Varela. Partido de vuelta de la
promoción entre Defensa y Justicia y el Deportivo Morón. Se define si el
primero mantiene la categoría (Nacional B) o si el segundo asciende. La
campaña de Morón fue excelente. La del Halcón de Varela fue buena
igualmente y solo se encontró en esa situación por el absurdo sistema de
“promedios”.
En el partido de ida, en la cancha de Morón, habían empatado 1 a 1.
La igualdad favorecía a Defensa y Justicia por venir de la categoría
superior. En la vuelta el Halcón de Varela comienza ganando pero pronto
Morón lo da vuelta y extiende la ventaja. 3 a 1 para Morón. Defensa
tiene que convertir 2 tantos. Y hasta el minuto 46 del segundo tiempo no
logra ni siquiera convertir uno. Es ahí que el defensor Marcos Ramírez
descuenta de cabeza y pone las cosas 3 a 2 para Morón.
Hasta el minuto 46’ del ST todo parecía indicar que Defensa volvería a
la B Metropolitana, de la que había ascendido en 1997. Ramírez dio un
poco de esperanza. Solo queda el descuento. “4 minutos” dicen los
relatores en la radio y en la TV. Y ahí, en la última jugada, falta
sobre Rubén Ferrer al borde del área grande. Ya está, se patea y se
termina. ¿La milagrosa? Nervios. Nadie respira. Algunos cantan.
Expectantes.
Suben todos los jugadores, el arquero Guillermo Hernando también. En
la última fecha del torneo, ante San Martín de San Juan, Hernando, en el
último córner, había peinado la pelota en el área chica permitiéndole
al defensor Jesús Nievas de meterla y evitar que Defensa y Justicia
descendiera directamente. Se buscaba otro milagro. Hernando le dice algo
a Ezequiel Miralles, que va a patear el tiro libre, y se pone en la
barrera, tapándole la vista lo más posible al arquero rival.
Miralles va. Arranca la carrera. Se para. Se queja. Toma vuelo.
Arranca nueva mente la carrera. Patea… La pelota se levanta y pasa por
encima de todo el mundo. Se clava en el ángulo. ¡Golazo! Agónico.
¡Defensa se salvó! Miralles arranca el grito de desahogo de todo el
estadio. Locura en las tribunas de Norberto Tito Tomaghello. Locura en
el campo de juego.
Es el grito de desahogo que sale. Toda la emoción de la hinchada
humilde de un club humilde. No se ganó nada. Insignificante para muchos;
inmenso para esta gente. No es la Libertadores. Ni un campeonato. ¡Pero
qué alegría! ¡Pero qué manera de sufrir! Esta emoción ningún hincha de
los clubes llamados “grandes”, la entenderá. Es suficiente con recordar
el bochornoso final en el Monumental cuando Belgrano lo mandó al
descenso a River y el partido no pudo terminar porque algunos « hinchas »
del Millonario comenzaron a romper todo, lanzar proyectiles al campo de
juego. Si la hinchada de Defensa hubiese adoptado esa misma actitud, no
estaríamos contando esta historia.
Efectivamente, ese 3 de junio de 2006 pasó algo que solo los hinchas
del Halcón de Varela entendemos. Y hoy son imágenes de una gesta
deportiva heroica, junto con el ascenso a Primera en 2014 y el batacazo
en el Morumbí de este año, es sin ninguna duda el evento deportivo más
importante de la historia del club. Ese 3 de junio de 2006 permite
valorar aun más lo que fue ese ascenso de 2014, con una campaña
increíble, la inolvidable clasificación en el Morumbí ante el São Paulo y
el brillante presente.
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