Philippe
Alcoy
Fuente: Izquierda Diario
El
periódico británico The Guardian reveló este miércoles el caso de un empleado
de la ONU, el sueco Anders Kompass, que fue suspendido de sus funciones por
haber entregado a las autoridades francesas un informe interno secreto sobre el
abuso de menores centroafricanos por parte de soldados franceses.
Los hechos se habrían producido en un campo de refugiados en la capital
centroafricana, Bangui, entre diciembre del 2013 y junio del 2014. Según The
Guardian en el informe se encuentran testimonios de los niños, uno de ellos de
solo 9 años, abusados. Algunos afirman haber tenido que tener relaciones con
los soldados franceses en cambio de dinero o comida, otros afirman haber sido
violados por los soldados. No caben dudas que estos casos no recubren en
absoluto la totalidad de los casos de abusos sexuales que sufren los menores
por parte de las tropas extranjeras en el país.
Anders Kompass declara haber tenido que enviar el informe a las autoridades
francesas ante la inacción de la ONU. Su posterior suspensión, más allá del
pretexto sobre la violación de los procedimientos, muestra la hipocresía de la
ONU y su papel nefasto en el encubrimiento de los crímenes de las tropas de los
ejércitos imperialistas y de ocupación en distintos países a través del mundo.
Una consecuencia directa de la política
guerrerista de Francia
Pero este escándalo no es simplemente imputable a actos aislados de
soldados individuales sino la consecuencia directa de una política guerrerista
del imperialismo francés que se aceleró al calor de la crisis económica y de la
explosión de los procesos revolucionarios en los países árabes. Y en esto tanto
la política de Sarkozy, que llevó a cabo la intervención militar imperialista
en Libia, como la de Hollande, que desde que llegó al poder en 2012 intervino
militarmente en Mali, en Republica Centroafricana en Siria, no difieren de un
pelo.
Esta política militarista por parte de Francia no parece estar a cerca de
terminarse. Al contrario. Es una necesidad estratégica para el capitalismo
francés asegurar su dominio geopolítico y económico en lo que es
tradicionalmente su “patio trasero”, es decir África del norte y del oeste. La
explotación de mano de obra barata, de nuevas fuentes de materias primas no
exploradas aun e incluso la obtención de nuevos contratos para sus
multinacionales como fue el caso en Libia con el gigante petrolero Total son
vitales para Francia en un contexto de crisis económica mundial.
Ironía del destino, mientras se revelaba este escándalo involucrando a
tropas francesas, Hollande anunciaba un aumento de 3.800 millones de euros para
el presupuesto de la Defensa hasta el 2019. Y esto en un momento en donde se
recortan los presupuestos de la salud, de la educación y se privatizan
servicios públicos fundamentales para la población.
Las potencias imperialistas centrales cuentan con el respaldo y la
cubertura de la ONU para camuflar en “misiones humanitarias” la verdadera
intención de sus intervenciones militares: controlar aéreas enteras del planeta
para asegurar las ganancias de sus multinacionales. Para esto poco les importa
violar los derechos más elementales de las poblaciones locales. Este escándalo
de abuso sexual encubierto por la ONU no es más que una prueba suplementaria de
la arrogancia e impunidad de estas potencias.
30/4/2015.
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