Philippe
Alcoy
Fuente: Izquierda Diario
Del 8 al 12 de mayo el presidente francés François Hollande hizo una “gira”
en el Caribe. En cinco días visitó seis islas. El ambiente parecía de campaña
electoral. Rarísimo para un presidente que se encuentra entre los más
impopulares de la Quinta República, Hollande gozó incluso de cierto
recibimiento caluroso por parte de la gente presente. En medio de su
desplazamiento Hollande inauguró en la isla de Guadalupe el Memorial ACTe sobre
la esclavitud, hipocresía de Estado que provocó inevitablemente varias
polémicas.
Los primeros pasos de Hollande en las Antillas fueron en las islas de
millonarios Saint-Martin y Saint-Barthélemy. En estos territorios, en donde en
las elecciones de 2012 se votó a altura de 82% y 48,5% respectivamente por
Sarkozy, Hollande supo conquistar su público de “lujo”. Así, anunció el envío
de más gendarmes, para controlar a los “inmigrantes ilegales” venidos de las
islas vecinas, y algunas concesiones fiscales.
Las felicitaciones acompañaban tan bien a las promesas hechas a estos
millonarios que el presidente que impone recortes a los “sin
dientes” se vio obligado a declarar en tono humorístico: “si el ministro de
finanzas estuviera aquí, comenzaría a inquietarse con estas declaraciones”.
La “luna de miel” holandista se prolongaría un poco más en Martinica y
Guadalupe, en donde otras sesiones de “selfies” y de aclamaciones del público
lo esperaban. Pero esto no fue el resultado de méritos del gobierno. Estos
territorios, marcados a izquierda, tradicionalmente son “fieles” al Partido
Socialista (PS) y a sus socios políticos. Así en 2012 cerca de 70% de los
electores votaron al PS; en las recientes elecciones departamentales 75% votó
por la centro-izquierda.
Sin embargo no hay que equivocarse sobre la realidad de esta popularidad del
ejecutivo. Es en Guadalupe que surgió el gran movimiento de lucha popular por
aumentos de salarios y contra la carestía de 2009, dirigido por el LKP
(Colectivo Contra la Explotacion). La situación no cambió prácticamente en
nada. Las frustraciones y las necesidades de las clases populares locales son
inmensas. Incluso desde un punto de vista electoral, este apoyo abrumador al PS
esconde el hecho que solo la mitad del padrón electoral participó votó en las
elecciones presidenciales de 2012.
En este marco no podemos preguntar hasta qué punto todo esto no se trata de
una operación de comunicación para el equipo de Hollande que ya se prepara para
la campaña electoral para la elección presidencial de 2017.
Un matiz metodológico con respecto a Sarkozy
“El drama de África es que el Hombre africano no entró suficientemente en
la historia”. Es así que en julio de 2007 en Dakar (Senegal) Nicolas Sarkozy
exponía su visión racista de la historia. Se puede decir que frente a tal
discurso, odioso de todo punto de vista, se puede observar, por lo menos en
este aspecto, una diferencia de método entre Hollande y el sarkozysmo.
Pero método diferente no quiere decir objetivos diferentes. Tanto la UMP de
Sarkozy como el PS de Hollande, y los otros partidos capitalistas, sirven con
diferentes estrategias un mismo objetivo profundamente reaccionario: proteger y
ampliar los privilegios e intereses del imperialismo francés, empezando por su
principal “pario trasero colonial”, los territorios “franceses” de Ultra-mar.
Un memorial sobre la esclavitud, ¿con qué
objetivo?
Sin embargo, rompiendo con la forma de proceder de Sarkozy que no fue
recibido por el entonces intendente de Fort-de-France (capital de Martinica),
el escritor Aimé Césaire, Hollande prefirió ir hasta el final de su operación
de comunicación insistiendo sobre la condena de la esclavitud.
Es así que el 10 de mayo último inauguró el memorial sobre la esclavitud
ACTe en Point-à-Pitre (capital de Guadalupe), un inmenso espacio de 7.000
metros cuadrados dedicados a la cuestión de la esclavitud. Se trata de un
proyecto que se inaugura bajo un gobierno PS pero que fue ideado hace más de 30
años, reimpulsado bajo el gobierno de Jacques Chirac pero suspendido durante el
mandato de Sarkozy.
“No se puede cambiar la historia”, declaraba François Hollande el lunes 12
de mayo en Haití. Sin embargo, se la puede reescribir y adaptar a su gusto. Y
si observamos más detenidamente los discursos que envuelven la inauguración del
museo-memorial, nos damos cuenta que hay un intento de institucionalizar la
memoria de la esclavitud y de adaptarla a la República con el fin de servir el
objetivo de reconciliación “nacional”. Así, el presidente de la región Victorin
Lurel, un caudillo local del PS, declaraba: “[el memorial] no será un centro
para buscar quien tenía el látigo (…) Queremos un centro de conmemoración, de
celebración y de reconciliación”.
Uno de los objetivos principales del memorial es disimular o en todo caso
relativizar la responsabilidad del colonialismo y del imperialismo francés en
la trata negrera, haciendo desaparecer la especificidad de la centralidad del
esclavismo europeo durante el periodo pre-capitalista e industrial.
Como lo remarca la prensa francesa: “la exposición permanente del Memorial
ACTe podría haberse centrado en la historia que interesa a los guadalupeños y a
los caribeños: la historia de la esclavitud transatlántica. Pero no. La
historia de la esclavitud es abordada en su globalidad, desde la Antigüedad
hasta nuestros días”.
Siempre buscando minimizar el rol de los europeos en el comercio
transatlántico de esclavos, el museo pone de relieve el rol de los comerciantes
intermediarios africanos de esclavos.
La cuestión de las reparaciones a los
descendientes de esclavos
Además de la memoria de la esclavitud, un tema importante para la población
local y de toda la región, el otro gran argumento para justificar la
construcción de este costoso memorial (83 millones de euros) fue la perspectiva
de atraer a 300.000 turistas por año.
Pero todo eso no es más que especulaciones por el momento. Y esas promesas
son difícilmente aceptables para una población golpeada por condiciones de vida
muy difíciles. En efecto, Guadalupe conoce una tasa de desempleo de entre 30 y
33%, los precios son mucho más elevados que en Francia y posee una vergonzosa
tasa analfabetismo de 25%.
En este contexto, se entiende que la cuestión de las reparaciones por parte
de Francia haya provocado tantos debates. Es por esta razón que Hollande
esquivó lo más que pudo este tema espinoso para el imperialismo francés. De
hecho, en Haití Hollande no gozó de aclamaciones populares. Al contrario, su
discurso tuvo que ser prohibido al público y manifestantes reclamando
reparaciones tuvieron que ser mantenidos alejados.
En todo caso, reparaciones (muy improbables, o incluso ilusorias) solo
tendrían un impacto limitado para las masas en el marco de un sistema
capitalista dominado por un puñado de potencias imperialistas. En efecto la
mejor reparación para los descendientes de esclavos y para el conjunto de las
clases populares sería la expropiación del imperialismo y de la burguesía
local, empezando por los descendientes de los esclavistas blancos, los llamados
Békés.
Para esto habría que retomar la senda de la lucha y la movilización popular
como en 2009 pero con el doble de fuerzas y con objetivos que vayan más allá
que las reivindicaciones legítimas de aumentos salariales.
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