12.10.14

Elecciones en Bosnia-Herzegovina: ninguna expectativa para las clases populares



Philippe Alcoy
Este domingo se realizarán las séptimas elecciones generales en Bosnia-Herzegovina desde el fin de la guerra en 1995. Se estima que las formaciones nacionalistas (serbias, croatas y bosniacas) ganarán sin sorpresas. Pero no hay que engañarse, detrás de una aparente normalidad se esconde una situación social tensa, lista a explotar en cualquier momento.




La victoria anunciada de las formaciones nacionalistas no significa una adhesión masiva a esas opciones políticas ya que se estima que la abstención será record (sin mencionar el clientelismo existente). Al mismo tiempo, es una expresión de falta de alternativas políticas para las clases populares de Bosnia-Herzegovina.

Acuerdos de Dayton y fortalecimiento de los partidos nacionalistas

Los acuerdos de Dayton de 1995 que decretaron el fin de la guerra, contribuyeron al fortalecimiento de los partidos nacionalistas ya que validaban en la estructura misma del Estado una división nacional reaccionaria.

Según estos acuerdos, Bosnia-Herzegovina tomaba la forma de una federación con dos entidades: la federación croato-bosniaca y la entidad serbia (Republika Srpska). Cada una cuenta con sus propios parlamentos, sus fuerzas represivas, etc.

Además de distintas instancias locales (cantonales), se elige una presidencia colegial compuesta de tres representantes, uno de cada nacionalidad (lo que excluye a las otras minorías nacionales del país como los Judíos y los Rroms -gitanos). Esto permitió el desarrollo de partidos políticos sobre bases nacionales, que dirigen el país desde hace casi 20 años.

Esta estructura estatal, que es considerada por algunos como la más complicada del mundo, deja al país en una crisis “política crónica”, bloqueado de un lado y del otro ya que prácticamente nada se puede hacer sin el consenso de los representantes de las tres nacionalidades dominantes. Esto sin mencionar que el verdadero estatus de Bosnia-Herzegovina es el de protectorado semi-colonial del imperialismo.

Una situación económica y social desastrosa

El desempleo en Bosnia-Herzegovina oficialmente es de 27%. Pero si ese número ya es catastrófico, otras estimaciones hablan más bien de 44%. Dos tercios de los jóvenes no tienen trabajo y la tasa de “trabajo en negro” es elevadísima. Gran parte de la población depende de las subvenciones del Estado (viudas, ex combatientes, jubilados).

En contraste con esto, el salario de los diputados es seis veces el salario medio del país. Es decir, los diputados de Bosnia están, en proposición, entre los políticos más ricos del continente. Y sin ninguna duda también lo están entre los más corruptos.

¡Las brasas de la explosión social de febrero aun arden! 

Es esa situación social catastrófica, combinada con la denuncia de la corrupción de la casta política y las privatizaciones mafiosas que se llevan a cabo desde hace varios años en el país lo que provocó la explosión social de febrero.

Nacida en la ciudad industrial de Tuzla (noreste) rápidamente se expandió a varias ciudades del país. En ésta hubo una combinación explosiva entre trabajadores en lucha de fábricas privatizadas y la juventud precarizada. Las principales reivindicaciones eran la anulación de las privatizaciones mafiosas, el rechazo de los partidos (nacionalistas) del régimen y un principio de cuestionamiento de los acuerdos de Dayton. Algunos trabajadores exigían incluso el “control obrero” en las fabricas renacionalizadas.

Durante estas manifestaciones nacieron los “plenums” (asambleas populares) en donde participaban varios sectores de la población (de clases medias a algunos sectores de trabajadores como en el caso de Tuzla). Estos plenums constituían un intento de auto-organización de las masas frente a los partidos del régimen.

A fin de cuentas, ninguna reivindicación fue satisfecha. Y las inmensas inundaciones de mayo solo empeoraron la situación (2 mil millones de euros de daños, 15% del PBI).

Los partidos nacionalistas lo saben y tratan de desviar la atención con sus discursos habituales. Pero nada garantiza que puedan evitar otra explosión social, más profunda aun que la de febrero último.

11/10/2014.

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