Philippe Alcoy
Fuente: LVO
Desde hacía varios meses era la oposición por derecha al gobierno
de Hollande, con las movilizaciones reaccionarias contra el matrimonio
igualitario y los resultados electorales de la extrema derecha, lo que
resaltaba en el paisaje político francés. La huelga de los ferroviarios
de junio último, que duró 15 días, representó la oposición obrera más
dura a la que el Partido Socialista tuvo que enfrentar desde que asumió
el poder en 2012. Además de presentar una ruptura alentadora en un
panorama político corrido a la derecha, esta huelga exhibió las primeras
fisuras del método de “dialogo social” empleado por el PS y su “pacto
social” con la patronal francesa.
Primera oposición obrera seria contra los ataques de Hollande
Varios ataques duros contra los trabajadores fueron aplicados desde
que el PS llegó al poder en 2012: flexibilización laboral, jubilaciones,
reducción de impuestos para la patronal a costa de las clases populares
y la degradación de los servicios públicos. Las burocracias de las
distintas centrales sindicales, luego de “negociaciones” con el gobierno
y la patronal, o apoyaban abiertamente las reformas o decían oponerse
pero sin organizar la mas mínima resistencia. Así, ataron de pies y
manos a los trabajadores sin permitirles defenderse.
La reforma ferroviaria que abre las puertas en el futuro a la
supresión de ciertas conquistas sociales de los trabajadores del sector,
la atomización de éstos y en fin de cuentas prepara la apertura a la
privatización de esta empresa pública (SNCF) debería haber pasado como
las otras… Pero esta vez los trabajadores resistieron. Frente a la
presión de la base, la burocracia de la CGT, junto con SUD (sindicatos
de los ferroviarios), convocó a una huelga, que esperaba que solo durase
pocos días. El nivel de acatamiento fue altísimo. En algunos lugares
llegaba al 90%.
Los trabajadores estaban dispuestos a seguir la lucha, lo que hacía
difícil para la burocracia sindical parar la huelga. Por momentos la
burocracia se vio parcialmente superada por las iniciativas de la base.
Los signos de nerviosismo del gobierno eran claros, lo que se traducía a
través de una campaña furiosa anti-huelguista en la prensa y en las
estaciones de tren.
Traición sindical
La burocracia sindical de la CGT desde el principio no tuvo ninguna
intención de llevar a cabo una lucha seria contra la reforma, sino más
bien una huelga testimonial de presión parlamentaria. Pero ante la
disposición a la lucha de la base le era imposible traicionar
abiertamente. En ese sentido optó por dejar que la presión económica
hiciera que poco a poco los trabajadores se vieran obligados a retomar
el trabajo. Para eso, impidió todo intento de crear un fondo de huelga y
para no ser sobrepasada por la base, obstaculizaba toda iniciativa de
auto-organización y de confluencia entre los ferroviarios de las
distintas estaciones y sectores.
Es así que la ley fue aprobada por el parlamento y que a pesar de la
voluntad de lucha, los trabajadores de distintas estaciones y ciudades
fueron volviendo al trabajo. Frente a esta política Sud-Rail nunca
presentó una alternativa a la CGT, al contrario tuvo una política
completamente seguidista.
¿Una nueva situación en el movimiento obrero?
A pesar de esta derrota reivindicativa los ferroviarios no dan signos
de desmoralización. Es que una nueva camada de obreros y obreras
jóvenes salieron a la lucha, confluyendo a veces con otros sectores en
lucha (precarios, carteros), lo que no estaba en la expectativa de casi
nadie.
Esta huelga, sin cambiar las tendencias más generales de la situación
general en Francia, podría abrir una situación nueva en el movimiento
obrero. La lucha de los ferroviarios alentó y reforzó la lucha de otros
sectores. También abrió una brecha en el “modelo de diálogo social”
(cooptación de la burocracia sindical) que emplea el PS para contener la
resistencia popular a sus ataques. La huelga de los ferroviarios creó
un precedente que sin ninguna duda tanto el gobierno y como la burguesía
temen de cara a las próximas contra-reformas que deberán aplicar.
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