25.9.20

Los Señores en el paraíso de casa bajas

Hay Señores que de vez en cuando se toman vacaciones en paraísos de casas bajas. Van con sus mujeres, que seguido son tan asquerosas como ellos. Sienten a veces aquella necesidad de hacer que La Señora se frote a jóvenes musculosos exóticos. Rentabilización de cursos de danzas tropicales encerrados en salones parisinos. Fantasías y fetichismos. Insinuar aventuras carnales que de todos modos no se concretizaran; pero La Señora  habrá tenido por lo menos su propio espectáculo (imaginario) cuyo público real solo su enamorado sería, aplaudiendo tontamente, atrayendo todo tipo de embaucadores autóctonos, irresistiblemente cautivados por la presa fácil, como moscas atraídas por la mierda. La mediocridad de aquellos embusteros vernáculos, panzudos pero que antaño supieron ser jóvenes musculosos exóticos, difícilmente se disimula detrás de sus grandes sonrisas y carcajadas forzadas, queriendo hacerse amigos de la presa, que en realidad es jefe y que, a su vez, finge creer la falsa amistad de los truhanes locales. Les paga tragos, se saca fotos con ellos, les presenta a La Señora, con quien ríen con grandes boca llenas de dientes blancos, se retuercen y se abrazan, como si la ebriedad ya los hubiese cautivado. Bufones del rey. Bufones voluntarios que se creen buenos actores. A esa altura, jóvenes señoritas igualmente exóticas y tan embusteras como los jóvenes musculosos, ya se unieron a la fiesta anhelando conseguir su parte del botín. Entran en el círculo de los abrazos, y El Señor aprovecha de la distracción de La Señora para pasear su mano, varias veces, por las nalgas firmes de la juventud local. El Señor paga su ronda por una módica suma. El fin de la fiesta se acerca y los truhanes de todo tipo, más allá de algunos tragos, no cosecharon nada concreto; la presa fácil tiene instinto y profesión. No era tan fácil finalmente. Se despiden con aun más abrazos, apretones de manos y promesas de reencuentros futuros, intercambios de falsas direcciones y números de teléfono y de tarjetas de visita. Magra pesca para los malandrines; al día siguiente evidentemente no habrá reencuentros, los Señores partieron en taxi temprano por la mañana, las tarjetas de visita quedaron sobre la mesita de noche.

Philippe Alcoy.        

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