Philippe Alcoy
“Estoy convencido de que [esta decisión] es un gran paso hacia la
reconciliación”, declaraba cínicamente el martes pasado el presidente
macedonio Gjorge Ivanov. Acababa de anunciar un proyecto de amnistía
para los políticos investigados por el escándalo de escuchas telefónicas
ilegales revelado el año pasado. Inmediatamente, cientos y luego miles
de personas tomaron las calles de la capital del país, Skopie. Una nueva
provocación por parte de un poder profundamente corrupto y arrogante
pero que podría reactivar la movilización de la juventud y de las clases
populares.
En efecto, el año pasado en Macedonia se desarrollaron
manifestaciones masivas y una fuerte polarización política alrededor de
un escándalo de escuchas telefónicas ilegales que habrían sido
organizadas por miembros importantes del Estado y del gobierno dirigido
en la época por Nikola Gruevski del partido conservador VMRO-DPMNE. Más
de 20.000 personas habrían sido puestas bajo escucha: periodistas,
militantes y activistas políticos y sindicales, jueces, embajadores
extranjeros. Según estas revelaciones divulgadas por Zoran Zaev, jefe
del principal partido de oposición, la Alianza Social Demócrata, el
partido de Gruevski habría manipulado elecciones, encubierto un
asesinato y estaría envuelto en diversos casos de corrupción.
La UE, jugando un rol de “mediadora” en la crisis, había logrado
imponer un acuerdo entre los principales partidos políticos del régimen
que implicaba, entre otras cosas, nombrar un fiscal especial para que
investigara y abriera causas a los eventuales responsables y poner así
un término a la crisis.
Sin embargo, el martes pasado el presidente Ivanov, nombrado en su
puesto por el VMRO-DPMNE, decidió decretar una amnistía general para
todos los políticos investigados o con causas ya abiertas. Por más que
esta amnistía favorezca también al presidente de los socialdemócratas,
Zoran Zaev, la decisión va a favorecer principalmente a los miembros del
partido del ex primer ministro Nikola Gruevski, de los cuales su propio
primo, ex jefe de los servicios secretos, y miembros muy cercanos como
la ex ministro del interior y el de los transportes.
Por el momento Gruevski declara, con una hipocresía apenas
disimulada, su “desacuerdo” con la decisión del presidente, al mismo
tiempo que condena las manifestaciones ya que podrían abrir un escenario
de tipo “ucraniano” en Macedonia. La oposición socialdemócrata denunció
teatralmente un “golpe de Estado” y declara que va a boicotear las
elecciones de junio próximo. Los representantes de la UE y de los EEUU
no tardaron en denunciar la decisión del presidente Ivanov. En cuanto a
los sindicatos, la Confederación de Sindicatos libres de Macedonia se
solidarizaron… ¡con la medida del presidente! Sin comentarios.
La respuesta de la calle
La respuesta de la calle tampoco tardó en llegar. Desde el anuncio
del presidente Ivanov hubo manifestaciones espontáneas. El miércoles por
la noche más de 10.000 personas tomaron las calles de la capital del
país. Los manifestantes se dirigieron hacia una de las oficinas del
presidente y lanzaron huevos. Rápidamente los huevos se transformaron en
piedras y poco tiempo después los manifestantes destrozaron la oficina
de Ivanov al grito de “Makedonija”. Cuando la multitud se dirigía hacia
la sede del partido de Gruevski la policía se lo impidió. El jueves
nuevamente miles de personas han participado de manifestaciones
exigiendo la renuncia del presidente. Por lo menos 13 personas fueron
arrestadas por el momento.
Desde el año pasado Macedonia vivió varios movimientos sociales importantes. Podemos nombrar principalmente al movimiento estudiantil
que logró hacer retroceder el gobierno de derecha ante un proyecto que
amenazaba con degradar los diplomas de los estudiantes universitarios.
Después de los estudiantes universitarios fueron los secundarios que
entraron en lucha. Y finalmente en mayo de 2015 hubo un gran movimiento de contestación exigiendo la renuncia del gobierno de Gruevski empantanado en el escándalo de las escuchas ilegales.
Esta semana la contestación popular parece reactivarse. Por el
momento no se puede decir si lograra a sacudir al régimen profundamente
corrupto y vasallo del imperialismo (Macedonia se transformó en uno de
los principales países de la “tercerización” de la represión de la UE
contra los migrantes, especialmente en su frontera sur con Grecia.
Lo que es seguro es que las masas aun no han dicho su última palabra
frente a esta casta política corrupta que dirige al país. De hecho, cada
vez más gente comienza a darse cuenta que deberán deshacerse de ella
rápidamente.
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