Philippe Alcoy
Fuente: La Izquierda Diario
Luego del acuerdo del 20 de febrero con el Eurogrupo, Atenas aun no
ha revelado la lista de reformas exigidas por la Troika para desbloquear
el último tramo de 7.200 millones de euros del “plan de rescate” para
Grecia. La presión de los gobiernos de la zona euro y del FMI es cada
día más fuerte sobre Grecia.
La necesidad de liquidez de Grecia
para reembolsar los préstamos de la Troika y para pagar salarios y
pensiones se hace urgente. ¿Los dirigentes de la UE darán un poco más de
tiempo al gobierno Syriza-Anel? ¿Bajo qué condiciones? ¿Optarán por
abandonar a Grecia, con todos los riesgos que esto conlleva? Ninguna
hipótesis puede ser excluida hoy en día.
Necesidad urgente de dinero
En la reunión de los ministros de finanzas del Eurogrupo en Riga
(Letonia) el viernes 24 de abril no se produjo ningún avance en la
crisis griega. Se esperaba que fuese presentada una lista de reformas
precisas que el gobierno griego se comprometería a aplicar. Pero en
lugar de eso se pospuso la fecha límite al 11 de mayo o incluso al 30 de
junio, fecha en la cual termina oficialmente la misión de la Troika.
Alexis Tsipras y su ministro de finanzas, Yanis Varufakis, esperaban
obtener el desembolso parcial del último tramo del préstamo pero el
Eurogrupo rechazó esta opción. Algunos días antes el gobierno griego
había lanzado un decreto obligando a las diferentes administraciones
locales e instituciones a girar al Banco Central heleno sus reservas en
efectivo no utilizadas, lo que provocó la resistencia de ciertas
autoridades locales y de los partidos de oposición. Esta medida refleja
la gravedad de la situación financiera del país.
En las próximas semanas en efecto Grecia deberá conseguir 2.000
millones de euros para pagar salarios y pensiones, además de 970
millones de euros para rembolsar al FMI. Es por esta razón que Tsipras y
Varufakis multiplicaron las declaraciones pidiendo a los “socios
europeos” que aceleren el desbloqueo de fondos que permitirían a Atenas
respirar un poco.
Por su parte la Troika juega con esta urgencia: cuanto más pase el
tiempo, más el gobierno griego estará en aprietos, más la presión
imperialista se sentirá y más fácilmente los acreedores podrán imponer
sus condiciones a Atenas. Comienzan a correr rumores sobre un posible
llamado a elecciones anticipadas o a un referéndum en el caso de que el
gobierno griego y los acreedores no lleguen a un acuerdo.
¿Tsipras se estaría preparando a hacer la gran Yorgos Papandreu
cuando éste, a la cabeza del último gobierno PASOK, había llamado a un
referéndum sobre la austeridad para obligar a Bruselas a negociar? No
olvidemos que entonces la UE le indicó a Papandreu la puerta de salida…
Es en este cuadro que hay que entender la visita oficial de Tsipras a Moscú.
El ex líder de la Juventud del PC griego no solo quiso hacer un gesto
al sector más chauvinista de la izquierda griega, ferozmente hostil a la
OTAN y a los tutores anglo-sajones, por un lado, y más proclives a
establecer alianzas pro-rusas, incluso por cuestiones de identidad
ortodoxa, por otra parte. Tsipras se reunió con Vladimir Putin sobre
todo para mostrar que en caso de que le cortasen las vías de
financiamiento, estaría listo a encontrar nuevos socios.
Grecia cayó en la trampa tendida por la Troika y la orientación del
gobierno Syriza-Anel no permite en nada evitarla. Al contrario. Lejos de
llevar a cabo una política de “ruptura” con la Troika, como lo prometió
a lo largo de la campaña, Tsipras decidió simplemente cambiarle el
nombre a la Troika y continuar negociando para encontrar “soluciones
satisfactorias para las dos partes”.
Durante la campaña y en los primeros días de gobierno, se trataba
para Syriza y sus socios de “amenazar” a los acreedores con no pagar la
deuda, con anular privatizaciones, con aumentar el salario mínimo. Sin
embargo muy rápidamente el gobierno griego capituló ante las condiciones
impuestas por los dirigentes imperialistas. Hoy, éstos se aprovechan de
su relación de fuerzas favorable para hacer retroceder a Tsipras ante
todo intento de cuestionar, incluso parcialmente, sus intereses en el
país.
¿Hacia un default de Grecia?
A diferencia de los primeros años de la crisis económica griega
cuando cada vez que se invocaba la posibilidad de un default del país el
pánico ganaba a los mercados, cada vez más voces evocan hoy una
posibilidad real de bancarrota griega. Y esto no parece enloquecer
demasiado a los mercados internacionales. En efecto, se habla de riesgo
de contagio a otros países muy limitado y, para algunos, la UE sería
capaz controlar una posible salida de la zona euro de Grecia.
Esta “tranquilidad” de los mercados frente a un default de Grecia
puede explicarse ampliamente por el hecho que la parte de la deuda
helena en manos de inversores privados pasó del 80% en 2010 a menos de
20% hoy en día. Son sobre todo los bancos alemanes y franceses los
beneficiados por esta verdadera operación de “socialización de
pérdidas”.
Como lo señala un artículo de la agencia Bloomberg: “la
opción adoptada consistió simplemente en remplazar un problema por
otro: los préstamos de la UE y del FMI fueron utilizados para rembolsar a
los acreedores privados (…) Cinco años más tarde, la deuda pública pasó
de 130% del PBI a cerca de 180% y una crisis económica y una deflación
profundas que comprometen la capacidad rembolso para el gobierno griego”.
Con el pretexto de no provocar un caos económico a nivel mundial, se
mantuvo con vida artificialmente a Grecia. Hoy (como ayer de hecho),
para muchos analistas, el default de Grecia no es más que una cuestión
de tiempo… y una decisión política.
Los riesgos para los intereses de las grandes potencias de la UE
Más allá de esta confianza superficial de los mercados, lo que
preocupa profundamente a las potencias imperialistas centrales de la UE,
empezando por Alemania, son las consecuencias que un default de Grecia o
incluso un “Grexit” podría tener sobre otros países endeudados. En
efecto, ¿si Grecia se fuera de la zona euro, o incluso de la UE, cuál
sería su orientación política y económica?
Georges Friedman de Stratfor considera en un artículo reciente que es imposible que la economía griega salga del marasmo “sin las protecciones que tanto Alemania como los Estados-Unidos tuvieron durante su periodo de crecimiento económico”.
Dicho de otra forma, para Friedman, es muy probable que una salida de
Grecia de la zona euro y tal vez de la UE la empuje a optar por una vía
proteccionista para intentar resolver un problema mucho más profundo que
la cuestión de la deuda: cómo reestructurar y redinamizar su aparato
productivo.
Esto podría constituir un precedente para otros países endeudados y
un primer paso hacia una posible dislocación del mercado común europeo,
que es uno de los logros más importantes del imperialismo europeo, sobre
todo para Alemania cuyas exportaciones van en un 50% hacia países de la
UE. En este sentido, para Friedman lo que teme Alemania no es tanto un
“Grexit” sino una reconfiguración de sus barreras aduaneras, lo que
podría dar ideas a otras burguesías en aprietos de la UE.
Políticamente hablando, un escenario de guerra comercial y económica
podría tener como consecuencia el refuerzo de tendencias euroescépticas y
nacionalistas a través del continente. De hecho, incluso un fracaso de
las negociaciones entre la Troika y el gobierno Syriza-Anel podría
reforzar el ala euroescéptica dentro del gobierno.
Es para evitar escenarios catastróficos e incontrolables que los
dirigentes de la UE tratan de encontrar una solución que comporte los
menores riesgos posibles, entre los cuales posiblemente un nuevo rescate
de Grecia para seguir ganando tiempo. Así, el periódico británico The Independent evoca tres perspectivas: ya sea “Grecia
es salvada nuevamente, no hay default y se queda en la zona euro;
Grecia no es salvada, formalmente entra en default, pero encuentra la
forma de permanecer en la zona euro; hay un default de Grecia y sale de
la zona euro”.
En los distintos escenarios evocados, ninguno responde a los
intereses de la clase obrera y de las clases populares en general.
Después de haber salvado a los bancos, las instituciones y Estados
imperialistas pretenden recuperar sus inversiones en la deuda griega a
través de una degradación aun más profunda de las condiciones de vida de
las masas en Grecia. Retomar el camino de la lucha, las calles, las
plazas, las fábricas y empresas, las escuelas y universidades se torna
cada vez más crucial para las clases populares.
27/4/2015.
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