Philippe Alcoy
Fuente: La Izquierda Diario
En medio de la gran conmoción creada por los atentados terroristas
de la semana pasada en París, se destacó el hecho que en varios
colegios, sobre todo en los barrios populares, jóvenes rechazaban
respetar el minuto de silencio impuesto por el Ministerio de Educación
en memoria de las víctimas del atentado contra la redacción de Charlie
Hebdo. La incomprensión y la indignación, en primer lugar de profesores y
autoridades escolares, es grande. ¿Acto de “rebelión” contra las
autoridades o síntoma de un peligroso contagio islamista reaccionario en
las banlieues?
En efecto, según el Ministerio de Educación nacional, hubo unos 200
incidentes durante el minuto de silencio en homenaje a las víctimas del
ataque a la redacción del periódico satírico Charlie Hebdo. Según profesores, este número estaría incluso subestimado.
Estos incidentes no se desarrollaron en cualquier lugar sino, sobre
todo, en los barrios populares de las grandes ciudades o en la periferia
de éstas (las llamadas banlieues) en donde reside un gran número
de inmigrantes o descendientes de éstos. La mayoría son provenientes de
ex colonias africanas de Francia, de los cuales una parte considerable
es de cultura árabe-musulmana.
Profesores y directivos de colegios indican que algunos jóvenes
llegaron hasta reivindicar los atentados contra Charlie Hebdo, otros
rechazaban participar del minuto de silencio argumentando que el
periódico los habría humillado a ellos y a su religión. Otros argumentos
van en el sentido de denunciar la desigualdad del tratamiento de
algunas muertes. Así, un estudiante declaraba: “Obvio que es grave la
muerte de los periodistas. ¿Pero ustedes dijeron ‘Je suis Gaza’ [Yo soy
Gaza] este verano? ¿Ustedes hicieron un minuto de silencio? La vida de
esa gente también tenía valor… Pero parecería que en Francia no para
todo el mundo”.
Es que en el fondo la radicalización en clave islamista de una parte
(por el momento marginal) de la juventud inmigrante o descendiente de
inmigrantes, musulmana, responde en gran parte al racismo estructural e
institucionalizado en la Francia imperialista y a la ausencia de
triunfos sociales y políticos de las luchas que conoció el país en los
últimos años. Este racismo es particularmente fuerte contra las personas
provenientes de sus ex colonias del norte de África (especialmente
Argelia).
Esto hace que una parte de la juventud popular de este país se
identifique con los terroristas que cometieron el brutal ataque contra
Charlie Hebdo, o que por lo menos los “entiendan”, ya que ellos mismos
se sienten humillados por la línea editorial adoptada por este periódico
en los últimos años, que a su manera alimentaba el ambiente
islamofóbico y xenófobo en general.
En el marco de que hay una fuerte tendencia a hacer una amalgama
entre musulmanes y terroristas, en señalar a los “pobres peligrosos”,
particularmente a los musulmanes, como responsables en última instancia
de lo ocurrido, participar en el minuto de silencio para muchos jóvenes
representa una humillación suplementaria. Más aun cuando este homenaje
es impuesto desde el ministerio y que no se tomó en cuenta la opinión de
los estudiantes, ni se dejó ninguna posibilidad a que éstos expresasen
sus dudas u opiniones contrarias al ambiente de “unanimidad nacional”
sin ser estigmatizados como “simpatizantes” o hasta “apologistas” del
terrorismo.
La prensa informa que alumnos que “perturbaron” las ceremonias de
minutos de silencio o expresaron de alguna forma simpatía con los
atentados ya fueron señalados a la justicia, la cual determinará las
medidas que se tomarán. Se habla incluso de vigilancia e investigación
de amigos y familiares de los jóvenes.
Lamentablemente, ante la ausencia de alternativas progresistas que
respondan a su situación de víctimas de racismo, de opresión, de
precariedad y de miseria, algunos sectores de jóvenes de las banlieues ven con simpatía tendencias políticas reaccionarias como el yihad.
Otras corrientes políticas populistas antisemitas también vienen
ganando terreno en estos últimos años partiendo en gran parte de la
manipulación de la simpatía hacia la lucha del pueblo palestino contra
el Estado sionista, que es muy fuerte en esta parte de la población.
En efecto, la izquierda francesa, tanto reformista como
anticapitalista, es particularmente débil en esta franja de las clases
populares y una parte de ésta está incluso adaptada al discurso
republicano del Estado imperialista francés, llegando, por ejemplo, a
haber respaldado la ley de prohibición del velo (hiyab) en las escuelas y colegios, o a haber dejado aislada la revuelta de las banlieues
en 2005, en vez de denunciar el estado de emergencia proclamado por el
Gobierno en aquel entonces, denunciado la brutal represión y llamado a
formar un gran frente único de las organizaciones obreras en defensa de
las banlieues, contra el racismo, la discriminación y por el derecho al voto de los inmigrantes.
Sin embargo, para evitar que nuevas tragedias como estas se
reproduzcan y que la juventud oprimida se acerque a opciones
reaccionarias (ya sea el Estado Islámico, Al Qaeda, o la extrema derecha xenófoba)
es fundamental que la izquierda y el movimiento obrero en general
tengan una política que responda a sus reivindicaciones sociales y
económicas y que luche sin concesiones contra el racismo de Estado.
15/1/2015.
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