Fuente: FT-CI 
por : Facundo Aguirre
Viernes 23 de julio de 2010
Diversas noticias, anuncios y  rumores en torno a la política cubana confirman lo que sosteníamos en  LVO 382 con respecto a que la liberación de los presos políticos cubanos  negociados con la Iglesia Católica y el gobierno español, indicaban una  concesión frente al imperialismo europeo y un nuevo giro en la política  de Raúl Castro hacia la restauración capitalista.
El presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón anunció el 20/07,  que serían liberados todos los presos políticos sobre los que no pesen  causas por crímenes de sangre. Según se especula, luego de la liberación  de los 52 detenidos tras el acuerdo con la Iglesia Católica cubana y el  canciller español Moratinos, quedarían 115 detenidos en las cárceles  castristas. Por su parte, los siete primeros liberados llegados a España  se han puesto a militar activamente contra el acuerdo alcanzado en La  Habana y firmaron una declaración para que la Unión Europea (UE)  mantenga sus sanciones contra Cuba, criticando de esta manera la postura  del gobierno español quien, como parte del acuerdo con el gobierno  cubano, se comprometió a presionar en la UE por el levantamiento de las  sanciones contra la Isla. Mientras, las Damas de Blanco se reunieron con  funcionarios norteamericanos en La Habana quienes han ofrecido a los  liberados el asilo en Miami. La burocracia espera que la decisión de  liberar a los detenidos le permita negociar con la Casa Blanca un  relajamiento de las condiciones del bloqueo. La nueva situación política  tras la liberación ha fortalecido el papel de la Iglesia Católica como  interlocutora entre el gobierno, la oposición derechista y el  imperialismo.
Ajuste y restauración
El anuncio de Alarcón de liberación de los presos, es acompañado por  el inicio de un proceso de ajuste. Según fuentes oficiales citadas por  El País de España “habrá una ampliación del trabajo por cuenta propia y  sobre todo la cooperativización de algunos servicios; continuarán  reduciéndose subsidios y gastos sociales, con el objetivo de hacer  sostenible el sistema, y se desinflarán paulatinamente las plantillas,  algo que, se sabe, tendrá un impacto social; se avanzará también en la  eliminación de la doble moneda y en la renegociación de la deuda con  objetivo de aliviar las tensiones financieras”. El mismo diario señala  que “En la reunión entre el presidente cubano, Moratinos y el cardenal  Jaime Ortega, el 7 de julio, en la que se anunció la excarcelación de  los prisioneros de conciencia, Castro se habría mostrado extremadamente  claro en este asunto. ‘Dijo que necesitaba solucionar el tema de los  presos para poder hacer con tranquilidad las transformaciones económicas  que se requieren, y mostró su disposición y preocupación de enfrentar  el problema de 1.300.000 trabajadores (cerca de un 30 % de la población  activa) que sobran en sus puestos laborales’” .(El País, 18/7).
La burocracia está mostrando así su voluntad de avanzar en un  programa de ajuste para descargar la crisis sobre las espaldas de las  masas obreras y campesinas, cuyas consecuencias sociales aún son  imprevisibles pero que, según todos los analistas, causan alarma y  preocupación en el conjunto de la sociedad cubana. Ya dijimos que, un  punto clave del acuerdo entre el gobierno castrista y el canciller  Moratinos, es el del levantamiento de la Posición Común Europea que  sustenta las sanciones de la UE contra la Isla, ya que el gobierno  cubano tiene la necesidad imperiosa de acceder al crédito europeo para  el financiamiento del estado, acosado por un déficit comercial de 10.000  millones de dólares y por la cesación de pagos de los préstamos que le  hicieron China y otros gobiernos.
Burocracia y corrupción
A los anuncios de la liberación de presos y de ajuste económico lo  acompaña el escándalo de la corrupción en las altas cumbres del aparato  de estado. Las autoridades cubanas llamaron a comparecer al empresario  chileno y amigo personal de Fidel Castro, Max Marambio (ex militante del  MIR, custodio del fallecido Salvador Allende y director de la campaña  presidencial de Marcos Enriquez Ominami) acusado de cohecho, estafa y  malversación contra el estado cubano a través de su empresa alimenticia  Río Zasa. La noticia tomó ribetes de escándalo por la extraña muerte del  gerente general de la empresa el chileno Roberto Baudrand. La  corrupción en las cumbres del estado ya había salpicado recientemente a  los ministros Jorge Luis Sierra y Luis Manuel Ávila.
Esta situación confirma las denuncias que reprodujéramos en LVO 382  de Esteban Morales, Investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y  sobre Estados Unidos de La Habana, quien fue expulsado del PCC por  señalar que “la corrupción (es) la verdadera contrarrevolución” (blog de  Esteban Morales, 11/7) y señalando correctamente que la corrupción  estatal es la vía de posicionarse para la restauración capitalista de  los círculos dirigentes del estado y del PCC.
Burocracia y poder
La reaparición pública de Fidel Castro, aunque no haya hecho  declaraciones al respecto, expresa el apoyo del líder histórico a su  hermano y la unidad existente en la gerontocrática vieja guardia de la  burocracia castrista, cada vez más apoyada en las Fuerzas Armadas  Revolucionarias para ejercer el poder con mano de hierro y mantener bajo  su control la nueva fase del proceso político cubano. La activa  reaparición de Fidel busca ponerle un límite a la sorda pugna entre las  distintas fracciones de la burocracia gobernante y disciplinarlas en un  momento donde, acuciado por la crisis mundial y el ahogo financiero, el  desafío del régimen es el de descargar la crisis sobre el movimiento de  masas para dar nuevos pasos en el camino de las reformas  procapitalistas.
En este sentido, la liberación de los presos de la oposición  anticastrista, lejos de significar una ampliación de las libertades y  los derechos políticos de las masas obreras y campesinas de Cuba, para  que estas puedan autoorganizarse en defensa de sus conquistas (como  planteamos los trotskistas), expresan un intento del régimen  burocrático, acosado por el fantasma de la bancarrota financiera, de  reforzar una política negociadora haciendo concesiones al imperialismo y  las fuerzas restauracionistas -incluidos sectores del exilio que  recibieron con beneplácito la liberación de los detenidos- que utilizan  las banderas democrático burguesas para liquidar el estado obrero  deformado y burocratizado surgido de la revolución de 1959.
Revolución política
Las masas obreras y campesinas de Cuba se encuentran ante la  encrucijada de tener que defender las conquistas de la revolución de  1959, enfrentando simultáneamente el criminal bloqueo norteamericano y  la política de ajuste que prepara el gobierno de los Castro y la  gerontocracia. La lucha contra los privilegios, la corrupción y los  nuevos ricos, plantea la necesidad de conquistar las más amplias  libertades políticas y de organización, para las masas obreras y  campesinas y para todos los partidos, sindicatos independientes y  organizaciones populares que defiendan las conquistas de la revolución.  Hay que exigir la revisión de todas las reformas económicas  procapitalistas tomadas hasta ahora en el camino imponer la  planificación democrática de la economía. Este es un programa para  rechazar el ajuste que se prepara desde las altas esferas del régimen y  está a la orden del día para derrotar a las fuerzas burocráticas y  restauracionistas interesadas en quebrar al movimiento de masas para  acelerar el retorno al capitalismo.
El surgimiento de posiciones críticas dentro del aparato del PCC como  las que expresa Esteban Morales y otros intelectuales, muestran que el  monolitismo burocrático está en cuestión y que no hay que descartar que  sectores desplazados del aparato apelen a las necesidades de las masas  para presionar por las reformas. El surgimiento de una oposición obrera,  socialista y revolucionaria a la burocracia exige una posición  independiente tanto de las banderas democrático burguesas del  imperialismo como del programa de autorreforma del PCC o cualquier  variante de perestroika o glasnot a la cubana. Hace falta construir un  partido obrero marxista y revolucionario para dirigir una revolución  política que salve las conquistas obreras y campesinas de 1959.
 
 
 
 
 
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